EL VOLCÁN
Muchos niños identifican la sensación que viven justo antes
de “explotar” como una especie de calor interior intenso e incontrolable
acompañado de fuertes emociones que no pueden reprimir y preceden
irremediablemente al episodio disruptivo.
Una buena estrategia para que el niño empiece a tomar
conciencia del problema y pueda comenzar a controlarlo, consiste en hacerle
visualizar todo el proceso en forma de imágenes. Podemos ayudar al niño a
imaginarse que en su interior hay un volcán que representa toda su fuerza y
energía, pero, a veces, se descontrola y se produce la erupción. Cuando empieza
a enfadarse, el volcán (que estaría situado de forma imaginaria en la zona del
estómago) se calienta y empieza a producir lava caliente hasta el punto que, si
no lo controlamos, estalla.
Dibujamos un volcán de ejemplo, para que luego cada niño dibuje el suyo y lo coloree de la manera que más le apetezca. En la base del volcán ponemos las “cosas que me enfadan” y en la zona superior, como si fuera la lava, las “cosas que pasan cuando me enfado” . Al hacerlo en grupo, se facilita la expresión de situaciones y conductas inapropiadas, ya que de esta manera se dan cuenta de que a más niños les pasa lo mismo en ocasiones.
De lo que se trata es de ayudar al niño a que identifique las propias sensaciones internas previas al estallido y, así, poder controlarlo.
Una vez que el niño se ha ido familiarizando con estas
sensaciones podemos motivarle a que ponga en marcha recursos para parar el
proceso.
Debemos, pues, encontrar también, cuáles son las estrategias
que funcionan mejor con cada niño a la hora de hacer frente a la impulsividad y
autocontrolarse. Hay estrategias muy simples que consisten en enseñarle a que
cuando note la activación intente respirar varias veces profundamente al tiempo
que se da interiormente autoinstrucciones (Para, Stop, Tranquilízate, Contrólate,
etc.). Esta técnica suele ser muy eficaz si, además, hemos trabajado con el
niño alguna técnica de relajación.
Para niños muy impulsivos, es probable que les cueste cierto tiempo y práctica desarrollar estos hábitos. En estos casos, podemos darles también la instrucción de que cuando se noten muy activados intenten separarse físicamente de la situación como método para tratar de evitar el episodio (apartarse de un niño que le insulta, ir a su habitación ante una reprimenda, etc.). Todo ello debe llevarse a cabo bajo supervisión del adulto y teniendo en cuenta la edad del niño. Los niños más pequeños (menos de 5 años) tendrán más dificultades para trabajar con autoinstrucciones.
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